From: Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America
16.1 (1996): 32-53.
Copyright © 1996, The Cervantes Society of America
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DANIEL EISENBERG |
Las obras de los grandes artistas, para ser reconocidas por suyas, no han menester la vulgar diligencia de ir marcadas con su nombre: se lee tan claro éste, como en las letras, en los rasgos de la pluma . . . . Para acreditar que Cervantes hizo este o aquel cuadro, no se necesita que tenga en un rincón el Cervantes fecit. |
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Bartolomé José Gallardo1 |
veces los hombres no
escogemos los temas, los temas nos aparecen en el camino. El tratar de las
obras atribuidas a Cervantes no es, en un sentido, un trabajo grato. Hace
diez años, cuando un deseo de conocer todo lo cervantino me llevó
a comenzar en esta materia,
1 Citado
por Aurelio Fernández-Guerra y Orbe, en Noticias de un precioso
códice de la Biblioteca Colombina, reproducido en Ensayo
de una biblioteca de libros raros y curiosos, tomo 1 (Madrid, 1863),
cols. 1245-1326, la cita en la col. 1260.
[P. 33] Sobre
Noticias de un precioso códice, cuyas otras ediciones
no he podido consultar, véase mi Repaso crítico de las
atribuciones cervantinas, en mi Estudios cervantinos (Barcelona:
Sirmio, 1991), págs. 83-103, en la pág. 99, n. 36.
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suponía inocentemente que los cervantistas me agradecerían
mis contribuciones. Pensé que se aplaudiría la identificación
de otras obras de Cervantes, obras olvidadas, perdidas o desconocidas. Él
mismo nos dijo abiertamente, en el prólogo de las Novelas
ejemplares, que existían obras que andan por allí
descarriadas, y quizá sin el nombre de su dueño.
Por mi parte, me estimula e ilumina y apasiona
tanto leer a Cervantes que tener acceso a una nueva página suya es
un gozo muy grande. Pero no todos piensan así. Esta línea de
investigación ¿se considera todavía algo indigna, un poco
como investigar la prostitución o algún otro tema supuestamente
indecente? Espero que el mundo haya mejorado en esta hostilidad
crítica. Para mí, la identificación de nuevas obras
o aun nuevas supuestas o posibles obras del mayor autor de la literatura
española es una tarea de cierta relevancia. Pero diga uno lo que diga,
estas tesis tienen una vida llena de dificultades. Nadie se pronuncia
positivamente sobre ellas. Son difíciles de publicar: una ponencia
sobre la identificación de lo que considero un fragmento de la
fantástica, fantasmagórica, mágica Semanas del
jardín, la obra cuyo titulo hipnotizaba, fue rechazada dos
veces.2 He encontrado la misma reticencia
en cuanto a mi reconstrucción de una obra sí perdida, pero
innegablemente cervantina, su Bernardo, famoso según
su propia descripción.3
En el caso del fragmento o supuesto fragmento
de las Semanas del jardín, que si es suyo será su
único autógrafo literario conocido, al menos su
identificación como cervantino había sido apoyada antes por
cervantistas de relieve, de otra
generación.4 Aunque casi nadie lo sabe,
pues raramente se menciona, consta que Cervantes
2 Para
esta historia, véase The Story of a Cervantine Discovery,
Manuscripts, 45 (1993), 13-21.
3 Publicado
primero como El Bernardo de Cervantes fue su libro de
caballerías, Anales cervantinos, 21 (1983 [1984]), 103-17;
después, en forma retocada, como el segundo capítulo de mi
libro A Study of Don Quixote (Newark, Delaware: Juan de la Cuesta,
1987), próximo a publicarse como La interpretación cervantina
del Quijote, trad. de Isabel Verdaguer (Madrid: Compañía
Literaria, en prensa).
4 Adolfo de
Castro y José María Asensio, además del joven Menéndez
Pelayo. Véase mi edición y estudio, Las Semanas del jardín
de Miguel de Cervantes (Salamanca: Diputación de Salamanca, 1988
[1989]), págs. 17-19 y 161-67.
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escribió una Relación de las fiestas que en Valladolid se
hicieron al nacimiento de nuestro
Príncipe.5 La identificación
de este escrito con una relación anónima publicada en 1605,
propuesta en el siglo pasado, ha sido apoyada últimamente por Alban
Forcione y Francisco Márquez
Villanueva.6 Y se han sugerido otras atribuciones
que estimo probables, en primer lugar la famosa Tía
fingida.7
Pero hay un libro en prosa para el cual nadie,
que yo sepa, ha sugerido una posible autoría cervantina. Por mis muchos
pecados, después de años de trabajar con él he llegado
a concluir que fue escrito por Cervantes. Y se trata de una obra conocida
por todos los cervantistas, o al menos por todos los biógrafos de
Cervantes.
No espero convencerles por esta breve
presentación. No ha bastado un estudio de 127 páginas para
que una sola persona haya dicho que una tesis mía es correcta: que
el Diálogo entre Selanio y Cilenia es un fragmento de
las Semanas del jardín, tesis ya vislumbrada por los siempre
beneméritos Schevill y Bonilla. (Antonio Cruz Casado sí ha
dicho, en Anales cervantinos, que mi tesis tiene una alta
probabilidad de ser correcta, y que he llegado a los límites
de la
5 En
1620 está mencionado junto con este título el nombre de Cervantes,
y menos explícitamente se alude a su autoría en un soneto atribuido
a Góngora (Repaso crítico, pág.
100.).
6 Forcione:
Cervantes and the Humanist Vision (Princeton: Princeton University
Press, 1982), págs. 193-94, n. 179; Márquez:
Erasmo y Cervantes, una vez
más, Cervantes, 4 (1984),
123-37, en la pág. 126. Yo también la apoyo; véase
Repaso crítico, págs. 101-02. Se trata de la
Relación de lo sucedido en la Ciudad de Valladolid, desde el punto
del felicísimo nacimiento del Príncipe Don Felipe Dominico
Víctor nuestro Señor: hasta que se acabaron las demostraciones
de alegría que por él se hicieron. La edición más
reciente y recomendable es la de Narciso Alonso Cortés en su
traducción de la Fastiginia de Tomé Pinheiro da Veiga
(Valladolid, 1916); también se halla en el tomo 2 de la edición
de Cayetano Rosell de las Obras completas de Cervantes (Madrid, 1863).
Hace falta un estudio de la sabiduría del autor de este texto, con
el fin o de completar nuestro cuadro de los conocimientos de Cervantes, o
de entender por qué su autor no puede ser Cervantes.
7 En segundo
lugar, dos textos en el mismo manuscrito de la Biblioteca Capitular y Colombina
que contiene La tía fingida: la vivísima
Relación de la cárcel de Sevilla, y un Torneo
burlesco en San Juan de Alfarache, también descrito como la
Carta a don Diego de Astudillo Carrilla. Véase mi
Repaso crítico, págs. 99-100. Sobre La tía
fingida, véase mi estudio de Las Semanas del jardín,
págs. 13, 33 n. 39, 34 n. 42, y 113-14 n. 160.
Hace falta que un cervantista especializado
en su teatro reexamine las piezas dramáticas atribuidas. Ha comenzado
su estudio Kenji Innamoto en Melisendra, entremés una
vez atribuido a Cervantes, Actas del II Coloquio Internacional de
la Asociación de Cervantistas, Alcalá de Henares, 6-9 noviembre
1989 (Barcelona: Anthropos, 1991), págs. 691-94.
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filología, términos que le
agradezco.8) Una hora no bastará para
mi propósito de hoy, ni bastarían acaso una semana ni un año.
Sí tengo la ilusión de inquietarles, de dejarles convencidos
de que hay al menos una posibilidad de que Cervantes escribiera esta
obra.
Se trata de la Topografía e historia
general de Argel publicada en Valladolid en 1612 por Diego de Haedo,
monje benedictino y abad de Frómista. Es una extensa obra que ocupa
tres tomos en su segunda y única edición moderna completa,
la de la Sociedad de Bibliófilos Españoles (Madrid,
1927-29).9 Consta de cinco partes. La primera
es la Topografía o descripción de Argel y sus habitadores
y costumbres, que describe la geografía y defensas de la ciudad.
Con rasgos pintorescos pinta la vida de sus habitantes, y estas páginas
para su traductor francés se parecen a las de
Rabelais.10
8 Antonio
Cruz Casado, Una recuperación: Las semanas del
jardín, de Miguel de Cervantes, Anales cervantinos,
30 (1992), 163-73. La misma reseña se publicó antes en
Angélica, 2 (1992), 239-48, y en el Boletín de la
Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba,
122 (1992), 297-302. La duda que me queda es qué hacer después
de llegar a los límites de la filología.
9 Sobre esta
obra, véase Mohammed Mounir Salah, El doctor Sosa y la
Topografía e historia general de Argel, tesi doctoral,
Universitat Autònoma de Barcelona, 1992; edició
microfotogràfica, Bellaterra, Publicaciones de la Universitat
Autònoma de Barcelona, 1992. (Le agradezco al autor una copia, y a
Adriana Arriagada de Lassel y a Alberto Blecua el ponerme en contacto con
él.)
Hay muchas páginas sobre la obra de
Haedo en el libro de George Camamis, Estudios sobre el cautiverio en el
Siglo de Oro (Madrid: Gredos, 1977). Más recientemente, la estudia
Emilio Sola: Miguel de Cervantes, Antonio de Sosa y África,
en Actas del I Encuentro de Historiadores del Valle del Henares
(Alcalá de Henares: Institución de Estudios Complutenses
Fundación Marqués de Santillana Centro de Estudios
Saguntinos, 1988), págs. 617-23, y Antonio de Sosa: un clásico
inédito amigo de Cervantes (historia y literatura), Actas
del Primer Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas,
Alcalá de Henares, 29/30 nov. - 1/2 dic. 1988 (Barcelona: Anthropos,
1990), págs. 409-12. También están los estudios publicados
en la edición de Emilio Sola y José María Parreño
del Diálogo de los mártires de Argel (Madrid:
Hiperión, 1990): Parreño, Experiencia y literatura en
la obra de Antonio de Sosa, págs. 7-23, y Sola, Renacimiento,
contrarreforma y problema morisco en la obra de Antonio de Sosa,
págs. 25-52). Le agradezco a Sola el enviarme fotocopia de su
artículo El compromiso en la historiografía
clásica sobre el Magreb, Revue des langues [Univ. de
Orán], 5 (1985), 125-35. No he podido ver la tesis de
Magister de Nordin Malki, Historiografía española
del siglo XVI sobre historia de Argelia: Mármol, Haedo y
Suárez, Univ. de Orán, 1987, citado por Sola, Miguel
de Cervantes, Antonio de Sosa y África, pág. 623, n.
8. Le agradezco a Emilio Sola la lectura del manuscrito de Cervantes y
la Berbería. Cervantes, mundo Turco-berberisco y servicios secretos
en la época de Felipe II de él y de José F. de la
Peña (Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1995).
10 De la
captivité à Alger par Fray Diego de Haëdo, traduction
de Moliner-Violle (Argel: Adolphe Jourdan, 1911), pág. 3. Según
el traductor, por su contenido sexual, encontró muy
difícil el traducir ciertos pasajes.
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Siguen un Epítome de los reyes
de Argel y tres diálogos: el Diálogo de la
captividad y el Diálogo de los mártires,
que tienen la forma de diálogos entre unos cautivos, y el
Diálogo de los morabutos o cofradías
religiosas,11 en el cual un cautivo dialoga
con un musulmán sobre cuestiones religiosas. Éste ha sido el
menos estudiado.12
La Topografía e historia general
de Argel es la obra por la cual los biógrafos conocieron el
heroísmo de Cervantes en África del Norte y su liderazgo entre
los cautivos. En el siglo XVIII, cuando el lugar de nacimiento de Cervantes
era objeto de disputa, fue en esta obra donde el ilustre padre Martín
Sarmiento encontró que fue hidalgo principal de Alcalá
de Henares. Valiéndose de tal pista, otro erudito encontró
su partida bautismal.13
La obra representa, sobre todo, un intento
de documentar lo que el autor había visto durante sus años
de cautiverio, y una llamada desesperada a la acción militar. Según
la portada, en la obra se verán casos estraños, muertes
espantosas, y tormentos exquisitos, que conviene se entiendan en la
Christiandad. Le ha conmovido profundamente el sufrimiento de los cautivos
españoles, separados a la fuerza de sus familias y patria, llevados
(en las palabras de Don Quijote), mal de su grado, adonde no querían
ir. Le han conmovido más las violaciones, torturas, martirios,
inmoralidades y faltas de cumplimiento incluso de las leyes musulmanas. Hay
martirios en su opinión iguales a los de los primeros cristianos.
El autor toma la pluma preocupado de que ello no se conozca en Europa, de
que la mayoría de los miserables cautivos no se rescaten, por indiferencia
de los grandes y ricos de la Europa cristiana, y sobre todo de que no se
monte una campaña militar para librar a los cautivos y abolir la
piratería de una vez. Tiene mucho de protesta contra la política
de Felipe II, quien desperdiciaba recursos luchando contra Protestantes en
el norte de Europa y no eliminaba, como sobradamente podía, estos
cautiverios y martirios in partibus
infidelibus.14
11
Morabutos se deriva de la misma raíz que
almorávides: los que habitan en monasterios o
rabats. La m- es un prefijo de participio.
12 Dans
le traité des Marabouts, l'abbé captif s'entretient avec le
fils d'un renégat et il essaie de lui faire comprendre combien sont
ridicules les pratiques superstitieuses des marabouts. Il arrive au point
où il doit aborder la discussion de la doctrine du Coran; mais, à
ce moment délicat, l'auteur raconte la bataille de Simanca, l'intervention
de Saint-Jacques de Compostelle de Saint-Millan et clôt son
traité! (Molinier, pág. 3).
13 Véase
la introducción de Ignacio Bauer y Landauer, I, xi-xii, y para más
detalles, Domingo de la Asunción, Cervantes y la orden trinitaria
(Madrid, 1917), págs. 10 y ss.
14 Il
flagelle avec indignation les grands de la chrétienté, les
nobles, les riches de son pays qui gaspillent en divertissements des sommes
considérables [p. 37] qui seraient bien
mieux employées au rachat des malheureux captifs. Il compare aussi
la légèreté des galiotes algériennes, l'énergie
et la vigilance des reïs, à la lourdeur des galères
chrétiennes, à la prudence de leurs capitaines qui n'osent
affronter la mer orageuse et vont s'abriter dans quelque port où ils
passent leur temps à banqueter pendant que, près d'eux, presque
sous leurs yeux, des populations entières sont enlevées par
les pirates et transportées en Berbérie. (Moliner-Violle,
págs. 2-3.)
Que Felipe II podía tomar y retener
Argel es la opinión de Haedo. Pero Carlos V había
fracasado en la empresa, hecho que no nos recuerda, y La Goleta se
había perdido. Sobre la política nordafricana de los reyes
españoles, véase Andrew C. Hess, The Forgotten Frontier.
A History of the Sixteenth-Century Ibero-African Frontier (Chicago:
University of Chicago Press, 1978).
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Aunque el libro evidentemente fue escrito o
al menos acabado en España y con una biblioteca delante (la fecha
de 1596 se cita como la última mencionada en la
obra15), el autor ha tomado extensos apuntes
durante su cautiverio, a los cuales se
refiere.16 Cabe hablar de verdadera literatura
de testimonio, literatura de documentación y de protesta social. El
autor, un solo individuo y cautivo también, no podía tomar
armas contra estos horrores. Pero sí podía observar, entrevistar
y apuntar, y después recordar y escribir. Igual que los que han
sobrevivido a los campos de concentración de los nazis, no quiere
ni puede permitir que tantas maldades hayan ocurrido sin que se conozcan.
Conservarlas para la memoria humana es lo que podía hacer nuestro
autor, y lo que ha hecho. Habría sido para él un paso esencial
hacia la estabilidad mental, alterada, al parecer, por lo que había
visto.
No es una respuesta sangrienta a aquella violencia,
pero sí cabe calificarla de respuesta humanista. Ha sido duradera,
y el propósito documental del autor ha sido plenamente logrado. No
hay otra fuente ni remotamente tan penetrante, detallada y correcta por todo
el norte de África en algunos siglos anteriores o posteriores. Es
una ventana abierta que nos muestra un cuadro del pasado. Ha influido mucho
en autores posteriores del Siglo de Oro que trataron de África del
Norte.17
Desde un punto de vista histórico o
literario, la obra tiene mucho valor. Los posteriores historiadores de Argel
la califican de la más exacta, precisa y completa de todas las
historias, tanto europeas
15 Sola,
Miguel de Cervantes, Antonio de Sosa y África, pág.
618.
16 Véase
II, 118 y 119, III, 26 (pág. 72 de la edición del
Diálogo de los mártires de Argel de Sola y Parreño,
y citado en la introducción de Sola, Renacimiento, contrarreforma
y problema morisco en la obra de Antonio de Sosa, pág. 32) y
III, 253. Por la cantidad de datos sacados de libros que los diálogos
contienen, no puedo aceptar la tesis de Salah (págs. 276-77) de su
composición íntegra en Argel.
17 Véase
Camamis, págs. 151-74.
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como islámicas,18 y hablan de su escrupulosa exactitud19 y de su minuciosidad.20 Nadie pone en tela de juicio los acontecimientos horribles que describe.21 Cuando no narra lo que ha visto personalmente,
18 Citado
por Camamis, pág. 64. Eco en Luis Astrana Marín: obra
la más extensa, exacta y mejor documentada sobre la vida de Argel
en el período que nos ocupa (Vida ejemplar y heroica de Miguel
de Cervantes Saavedra [Madrid: Reus, 1948-58], II, 465, n. 1). El elogio
de Hess, aunque más parco, es todavía significativo: el
más astuto de los observadores españoles (Hess
supra, n. 14, pág. 176).
Grammont, más restringido, elogia a
Haedo de esta forma: Le récit d'Haëdo est très clair,
et généralement très exact; on sent que le savant
Bénédictin y a mis toute sa conscience; il relate rarement
un fait de quelque importance sans invoquer l'autorité de témoins
oculaires. Quelquefois il est lui-même ce témoin
(Histoire des rois d'Alger, traduite et annotée par H.-D. de
Grammont [Argel, 1881], pág. 2). En sus notas a pie de página
señala una variedad de errores menores de Haedo. Concluye recordando
la haute valeur historique de ce livre (pág. 222).
19 Monnerreau,
citado por Camamis, pág. 92.
20 H.-D. de
Grammont, Histoire d'Alger sous la domination turque (1515-1830)
(París, 1887), pág. ix.
21 Los
casos citados . . . , por muy horribles que sean, son
auténticos y no pueden ser puestos en tela de juicio (Salah,
pág. 228).
Ellen G. Friedman, Spanish Captives in North
Africa in the Early Modern Age (Madison: University of Wisconsin Press,
1983), ha estudiado las descripciones físicas, generalmente completas,
de los cautivos rescatados. Comenta, pág. 74, que sólo
en pocos casos hay una indicación clara de daño causado por
la brutalidad de los dueños. Pero no comenta, naturalmente,
los cautivos no rescatados, que murieron en Argel.
Adriana Arriagada de Lassel me ha enviado el
interesante libro de Moulay Belhamissi, Les captifs algériens et
l'Europe chrétienne (Argel: Entreprise Nationale du Livre, 1988).
Se trata de un ajuste de cuentas, que documenta en primer lugar la existencia
de cautivos musulmanes en la Europa cristiana, empleados sobre todo como
galeotes. Arguye también la mayor libertad y mejor tratamiento de
que disfrutaban los cautivos argelinos, quienes hasta podían visitar
las tabernas (pág. 54). Menciona su libertad de culto y la buena acogida
evidenciada en la subida de una serie de cautivos a posiciones de autoridad.
Habla de histeria (pág. 48) y de una argelofobia
(pág. 49). Sin embargo, falta una comparación cuantitativa
y cronológica entre el cautiverio musulmán y el cristiano.
Belhamissi no menciona ni tortura ni ejecuciones públicas en Europa,
ni desmiente las narradas por Haedo. (Para Moliner-Violle, traductor de De
la captivité à Alger de Haedo, pág. 2, Cette
situation [la triste suerte de los prisioneros cristianos en Argel] est
absolument la même que celle qui a été fait à
nos prisonniers de guerre, à nos colons tombés, soit à
l'époque de la conquête, soit au cours des insurrections, aux
mains de fanatiques que la marche de siècles n'a pas
changés . . . . Les faits qu'il cite, quelque
horribles qu'ils soient, ne sauraient être mis en doute, car, de nos
jours, nous avons été temoins d'actes aussi barbares, aussi
monstrueux.) Tampoco comenta Belhamissi el uso sexual de los cautivos,
tema importante para Haedo. Cuando califica el baño de escuela
[p. 39] de camaradería (pág.
50), uno se pregunta si los presos en los baños tendrían la
misma opinión favorable.
La explicación que salva la honra de
los argelinos es que, según Haedo, los peores abusos son atribuibles
a los renegados, que eran los gobernadores y autoridades de Argel. En
Sosa la figura del renegado cruel se repetirá hasta el tópico
(Parreño, Experiencia y literatura véase
nota 9, supra, pág. 15). La crueldad que comenta no se
deriva de los argelinos indígenas, ni consta que la piratería
argelina fuera anterior a la llegada de renegados de la Europa cristiana.
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se basa en los relatos fidedignos de personas viejas que presenciaron
los hechos y no en relaciones de segunda mano recogidas por otros
historiadores.22 Es también
el más complejo [sophisticated] de los historiadores
cristianos, según un
norteamericano.23 Los errores han sido
calificados de raros.24 Según
Emilio Sola, el autor estaba obsesionado por la precisión y
la exactitud,25 y una investigación
arqueológica del siglo diecinueve ha apoyado un relato
suyo.26
El autor es también, según el
mismo erudito, un notable prosista, muy buen narrador y uno de nuestros
clásicos del Siglo de Oro más singulares y, sin duda, más
valiosos . . . . Es una obra apasionante que, a
medida que te adentras en su estudio, más sugestiva y coherente se
muestra, más inquietante y
emotiva.27 En opinión de
22 Camamis,
pág. 86.
23 Hess, pág.
196.
24 Ejemplo
de uno de los raros errores del autor es el fechar la conquista
del peñón de Argel por Barbarroja en 1530 en vez de 1529 (Sola,
Renacimiento, contrarreforma y problema morisco, pág.
33).
Grammont le critica, no por sus observaciones,
sino por sus interpretaciones de la política de los gobernadores argelinos
(Histoire d'Alger, pág. 86, n. 1). Grammont también
afirma (pág. 51) que los argelinos no eran más crueles que
los españoles. En cambio, Sola señala la pericia política
del autor de la Topografía de Argel: Antonio de Sosa:
un clásico inédito amigo de Cervantes (historia y
literatura), págs. 411-12.
25
Renacimiento, contrarreforma y problema morisco, pág.
32.
26
Apoyándome en un estudio realizado por Adrien Berbrugger
expondré las pruebas presentadas por este historiador que confrontó
el relato narrado por el Dr. Sosa con el descubrimiento de los restos de
un mártir hallados por una comisión mixta francesa el 27 de
diciembre de 1853. La comparación hecha por dicho historiador entre
los hechos relatados en el Diálogo de los mártires y
la realidad histórica, así como los restos humanos hallados
demuestra la veracidad de la narración del Dr. Sosa. Hay ocho pruebas
que permiten hacer tal afirmación . . . (Salah,
pág. 238). Le agradezco a Salah una fotocopia del estudio de Berbrugger
(Gerónimo, le martyr du Fort des 24 heures à Alger [Argel,
1860]), inexistente en los EE.UU., y otra de una separata no identificada
sobre el mismo episodio, de Abdelkadir Noureddine, Un épisode
de l'histoire de l'ancien Alger (Histoire de Géronimo) (Argel,
1968), págs. 391-99.
27 Sola,
Miguel de Cervantes, Antonio de Sosa y África, págs.
618-19.
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José María Parreño, coeditor con Emilio Sola del
Diálogo de los mártires de Argel, la prosa de
[la obra] es el castellano limpio y entero del Siglo de Oro (pág.
21). El autor, igual que Cervantes, domina la forma del diálogo y
crea la ilusión de la conversación. Es, en suma, una obra
histórica ejemplar, verídica y detallada, de amena y provechosa
lectura.
Ya sabemos, y es universalmente aceptado por
todos los que estudian la obra hoy día, que el abad Diego de Haedo
no fue su autor. Éste describe tan detalladamente la ciudad de Argel
que tiene que haber sido un testigo de vista, y Haedo no estuvo allí
nunca.28 Aquí comienzan los misterios
y contradicciones de esta obra contradictoria y misteriosísima. Hubo
un segundo Diego de Haedo, éste (según la portada) arzobispo
de Palermo, presidente y capitán general del reino de
Sicilia.29 El primer Diego de Haedo le dedica
el libro, y en su carta dedicatoria, relata cómo los escritos fueron
compuestos por el segundo Diego de Haedo, siendo informado de Christianos
Cautivos, especialmente de los que se contienen en los Diálogos, que
estuvieron muchos años en Argel. Los borrones, dice
Diego de Haedo 1, los entregamos a Diego de Haedo 2 en Palermo,
estando yo en su servicio. Lo que ha hecho Diego de Haedo 1,
con trabajo y diligencia según nos especifica, fue dar a estos borrones
la
28
Véase Camamis, pág. 140. Salah, pág. 276, cita un escrito
francés que afirma una estancia argelina de Haedo, pero dicho escrito
no se basa sino en una lectura del libro publicado, y no es un testimonio
independiente.
29 Los dos
Diegos de Haedo se encuentran mencionados en el Cautiverio y trabajos
de Diego Galán, publicado por primera vez por la Sociedad de
Bibliófilos Españoles en 1913. Se trata de una relación
de cautivo, presentada, como la Historia del cautivo del
Quijote, en forma autobiográfica. Es de una belleza
innegable, una lectura fácil y entretenida y de gran eficacia
en los largos pasajes descriptivos, según Camamis, pág.
209. Galán, quien tiene una voluntad literaria y se refiere a Felipe
IV un par de veces (Galán, págs. 65 y 100), así haciendo
imposible una autoría cervantina, a veces se expresa de manera
idéntica a Cervantes (Camamis, pág. 221). La imposibilidad
de que un muchacho que había abandonado los estudios a los catorce
años escribiera una obra tan atractiva y cuidadosa es comentada por
el mismo erudito (Camamis, pág. 227). Tiene paralelos estilísticos
con el Persiles de Cervantes. Galán no sólo conocía
la obra de Haedo, sino que lo estudió a fondo (Camamis,
pág. 215 y pág. 220 n. 30). Y es Galán el único
que menciona los dos Diegos de Haedo. Visitó a Diego de Haedo (Diego
de Haedo 1) en Palermo, donde encontró un sobrino castellano del mismo
nombre. Pero este sobrino, también Diego de Haedo, acompañó
a Diego Galán en su viaje desde Sicilia a España (Galán,
págs. 419, 424, 426 y 431), y después casó en
Orgaz con una señora rica y muy cristiana vieja (Galán,
págs. 391-92).
Sobre Galán, véase Margarita
Levisi, Las aventuras de Diego Galán, Boletín
de la Biblioteca Menéndez Pelayo, 65 (1989), 109-37.
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última forma y esencia, sin la cual no se podían
imprimir, ni sacar a luz . . . Y pues son de V.S.I.
se los vuelvo y ofrezco para que sean recibidos y estimados como el mucho
valor del autor merece (I, 10-11). Dicho sea de paso, la dedicatoria
que incluye estas líneas no sólo es tan problemática
como los prólogos a Don Quijote y a las Novelas
ejemplares, casos únicos en la literatura del Siglo de Oro, sino
que es también completamente cervantina en su lenguaje y enfoque.
Poniendo estas contradictorias palabras en
claro en lo posible, Diego de Haedo 1 nos comunica en la dedicatoria que
no fue el autor de la obra, y su papel se limitó, en su propia
descripción, a dar a la obra su última forma y
esencia. Diego de Haedo 2, de quien la obra es, la
recibió entregada y en borrón, siendo
informado de cristianos cautivos. Repito: Diego de Haedo 1, cuyo nombre aparece
en la portada, dio a la obra sólo la última forma.
Diego de Haedo 2 la recibió en borrador. Ninguno de los dos la
escribió. Se trata, en realidad, de un escrito anónimo.
Luis Astrana Marín, George Camamis,
Emilio Sola y Mohammed Mounir Salah atribuyen la obra al doctor Antonio de
Sosa, sacerdote benedictino cautivo con Cervantes, y amigo suyo. Sosa es
el único que participa en cada uno de los tres diálogos de
la obra. Natural de Córdoba,30 ciudad
con la cual Cervantes tenía muchos vínculos familiares, nos
es desconocido a no ser por lo que dice la obra misma, por su testimonio
en la Información de Argel, un conjunto documental que
Cervantes reunió,31 por un
Memorial en latín que los cautivos enviaron al Papa, a Felipe
II y a otros príncipes
cristianos32 y por
30
Cristóbal Pérez Pastor, Documentos cervantinos hasta ahora
inéditos (Madrid, 1897-1902), I, 76.
31
Información de Miguel de Cervantes de lo que servido a S.M.
y de lo que ha hecho estando captivo en Argel, ed. Pedro Torres Lanzas,
Revista de Archivos, bibliotecas y museos, 3ª época, 12
(1905), 345-97. El testimonio de Sosa está en las págs.
393-97.
Esta edición, en opinión de Luis
Astrana Marín incorrectamente leída, mal puntuada y peor
dispuesta tipográficamente y con muchos errores de
impresión (III, 105 n. 1), fue reimpresa (sin confesarlo) en
Madrid por El Árbol, 1981. Una parte del documento, transcrita de
nuevo por Mario Gómez Moriana y con evidentes errores de impresión,
fue publicada como Curriculum Vitae Miguel de Cervantes Saavedra
en el tomo Autobiography in Early Modern Spain, ed. Nicholas Spadaccini
y Jenaro Taléns (Minneapolis: Prisma Institute, 1988), págs.
249-64; no incluye las páginas con las declaraciones de Sosa.
Carroll Johnson estudia la Información
de Argel en su La construcción del personaje en
Cervantes, en La construcción del personaje en la obra
cervantina, Cervantes, 15.1 (1995), 8-32.
32 Pérez
Pastor, I, 235-37. Dijo Pérez Pastor (I, 235, n. 1; II, 379, n. 1),
sin ofrecer explicación, que Sosa fue el autor del dicho
Memorial. Se halla una traducción en Pérez Pastor, II,
379-80, n. 1.
[P. 42] Firmaron
este Memorial, además de Sosa y Cervantes, Jerónimo
Ramírez y Antonio González de Torres, los otros dos participantes
que intervienen en el Diálogo de la captividad y en el
Diálogo de los mártires. Jerónimo Ramírez
fue natural de Alcalá de Henares (Pérez Pastor, I, 237, n.
1).
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42 | DANIEL EISENBERG | Cervantes |
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unos pocos documentos.33 Aun sin otros datos
que estas fuentes, la amistad entre Cervantes y Sosa es una de las más
extensas y mejor documentadas de todas las suyas. Cervantes, recordemos,
era un autor que valoraba en mucho la amistad. Pero su amistad con Sosa no
ha recibido el examen que requiere. No se ha tenido en cuenta la tesis de
estos eruditos: que un amigo íntimo de Cervantes escribió una
obra histórica sobre Argel.
Estos eruditos atribuyen la obra de Haedo a
Antonio de Sosa por la cantidad de información sobre Cervantes que
contiene. Sólo pudo haberla escrito un buen amigo suyo, afirman. Repito:
por la información sobre Cervantes que la obra contiene, la
atribuyen a Sosa, amigo y compañero suyo. Que Cervantes puede
haber sido su autor también que sea otro posible
autor, al parecer ni ha sido considerado.
Así que tenemos dos posibles autores,
y sólo dos, de esta obra anónima publicada por Haedo: Antonio
de Sosa y Miguel de Cervantes. Sea cual sea el que escojamos, nos queda el
mismo problema: la publicación de la obra por Haedo bajo su propio
nombre. Haedo no sólo le dio unos retoques, sino que publicó
como suyo, al parecer a sabiendas, una obra escrita por otro. La obra
apareció con un nombre de autor falso. Es un hecho en que están
conformes todos los que han examinado la obra en este siglo. Así que
el no publicarla Cervantes con su nombre no es un argumento en contra de
ser Cervantes su autor, pues el problema es el mismo con Sosa. (¿Por
qué no la publicó Sosa con su nombre? O si Sosa había
fallecido, algo que no nos consta, ¿por qué no honró Haedo
la portada con el nombre de Sosa?) Se trata de una obra no publicada por
su autor. Pero no es un caso como el de las poesías de Francisco de
la Torre, publicadas por Quevedo, aunque con el nombre correcto del autor
en la portada (que alguno ha tomado como un truco de
Quevedo34). Si fuera sin el consentimiento
del autor verdadero, se trataría de un caso de fraude.
33
Pérez Pastor, I, 235-36, nota 1. En el primero, de diciembre de 1581,
se declara vecino de Madrid, pero en el tercero, de febrero de
1582, es estante en Madrid. Los tres tratan de preparaciones
para un futuro rescate, sugiriendo la participación de Sosa en esta
empresa. En todos ellos, como también en el Memorial citado
y en la Topografía e historia general de Argel, se le califica
con el título de Doctor.
34 Luis Joseph
Velázquez, Orígenes de la poesía castellana
(Málaga, 1754), pág. 66.
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16.1 (1996) | Cervantes, autor de la Topografía | 43 |
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Pero la explicación puede ser más
inocente: que Cervantes permitió o aun buscó a una persona
que se encargara de firmar la obra. Sería, entonces, un caso más
parecido al de la Nueva filosofía de la vida del hombre de
Doña Oliva Sabuco de Nantes, nombre empleado por su padre para sus
escritos.35 Una posible pista para llegar
a una explicación del hecho puede hallarse en las circunstancias de
publicación de la obra. Apareció en 1612, un año antes
de las Novelas ejemplares, pero lleva aprobación de Valladolid
en 1604 (donde consta que Cervantes, pero no Sosa, estaba), y otra
aprobación de 1608 del historiador real Antonio de Herrera (vinculado
no con Sosa sino con Cervantes, pues fue quien le encargó la
Relación de las fiestas ya
aludida36). Una demora de siete años
en publicar la obra sugiere un problema de finanzas: una obra de mercado
limitado. ¿Cuántos comprarían una topografía e
historia de Argel, y más, enfocada en la Argel de hacía veinticinco
años, en la que el estado de guerra había
desaparecido?37 La historia, igual que hoy,
se vendía poco. No hubo, naturalmente, segunda edición del
libro de Haedo.
El nombre de Cervantes, en 1604, pudo haber
sido un inconveniente para el editor. Cervantes era entonces desconocido
fuera de pequeños círculos literarios. La fama que comenzó
a llegarle, en 1605 precisamente, era como autor festivo (cómico).
El poner el nombre de un clérigo en la portada, el nombre de Haedo,
puede haber sido una manera de facilitar su publicación. Puede haber
sido con el consentimiento de Cervantes, dispuesto a permitir que la obra
se imprimiera sin su nombre, asegurando con la multiplicidad de ejemplares
su supervivencia, en vez de peligrar en un solo manuscrito. Claro que el
estilo cervantino (en mi opinión) de la dedicatoria de Diego de Haedo
a Diego de Haedo también es un dato. (¿Verdad que esto parece
un juego?)
Así que si es cervantina, ¿por
qué no la publicó Cervantes con su nombre? parece ser
una pregunta válida, pero analizada, no la es. Su autor, sea quien
fuere, la publicó o permitió que se publicara sin su nombre.
O si la obra es de Sosa, y éste había fallecido, Haedo calló
a sabiendas su nombre. Porque la obra está allí, con un nombre
falso de autor en la portada. Elogia calurosamente a Cervantes y todos la
atribuyen hoy a un íntimo amigo suyo. Uno de estos dos,
35
José Marco Hidalgo, Doña Oliva de Sabuco no fue
escritora, Revista de archivos, bibliotecas y museos, 3ª
época, 9 (1903), 1-13.
36 Repaso
crítico, págs. 100-02.
37 Jean Canavaggio,
introducción a su edición de Los baños de Argel
(Madrid: Taurus, 1983), pág. 26, n. 37.
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44 | DANIEL EISENBERG | Cervantes |
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Cervantes o su amigo Sosa, fue el autor de esta obra publicada por Haedo.
Ahora bien: la obra ¿la escribió
Cervantes o Sosa? Sosa, que según su apellido sería
portugués, es un candidato difícil de rechazar, pues es un
desconocido. Si fue el autor, ésta es su única obra conocida.
Los únicos otros textos relacionados con él son su testimonio,
lleno de elogios de Cervantes, que forma parte de la Información
de Argel,38 y el Memorial en
latín ya citado. Y hay una escueta mención de dos cavalleros
Sosas portugueses en la jornada final de Los tratos de Argel.
Es un vacío.
Dado este anonimato en que vive Sosa, el misterio que le rodea, no hay datos
con que rechazar su candidatura, aunque me parece cuestionable que un
portugués escribiera un castellano tan bello y puro como el de los
textos publicados por Haedo. Pero tampoco hay motivo alguno para rechazar
la de un hombre sobre el cual abundan los datos: Miguel de Cervantes.
A mí me parece más lógico
en un principio que un escritor de categoría escribiera una obra
anónima, pero muy buena, que el que lo hiciera un desconocido. El
escritor, ya sabemos que podía escribir. En el caso de Sosa no lo
sabemos, y como no nos ha dejado ni una línea en castellano aparte
de este escrito atribuido, me permito dudarlo.
El único argumento en favor de la
autoría de Sosa es la erudición del libro, sobre todo en el
Diálogo de la
captividad.39 Están nombrados,
algunas veces con precisión, autores latinos no traducidos al castellano.
No consta que Cervantes leyera el latín. Pero hay una explicación
sencilla de esta erudición. ¿De dónde la pudo obtener
Cervantes? De su buen amigo el doctor Antonio de Sosa, con quien hablaba
a menudo durante casi cuatro
años,40 y en cuya boca coloca esta
sabiduría.
Dicho esto, hay extensos y variados paralelos
entre las actitudes y pareceres de Cervantes y las del autor de la
Topografía de Argel. Algunos
38
Véase supra, n. 31. Según fray Juan Gil
(Información, pág. 397), estas páginas estaban
escritas de la propia mano de Sosa. Sosa mismo, sin embargo, sólo
lo calificó de firmada de mi nombre (pág. 393).
39 Dice Astrana,
sin facilitar ningún detalle, deslízanse, además,
en el libro del abad de Frómista, algunas imprecisiones e inexactitudes,
que, de haber sido consultado con Cervantes, habrían quedado
subsanadas (II, 468 n.). Hay, por cierto, un error muy grande: en Haedo
el rescate de Cervantes fue 1000 escudos, mientras la cifra de 500 escudos
aparece dos veces en la Información de Argel, y también
en otros documentos (Pérez Pastor, I, 62, 66).
40 Todo
el tiempo que a que estoy captivo en este Argel, que son tres años
y ocho meses lo conozco [a Cervantes] y he comunicado y tratado muy a menudo
y familiarmente (Información de Argel supra,
n. 31 pág. 393).
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16.1 (1996) | Cervantes, autor de la Topografía | 45 |
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de ellos han sido comentados ya por los que atribuyen la obra a Sosa. Repito:
los que atribuyen la obra a Sosa, comentan su parecido con las obras
de Cervantes. Incluso los paralelos son tan cercanos que le dejan
a Parreño sumido en la
perplejidad.41
Conviene recordar la importancia para Cervantes
de su experiencia argelina. Aquellos años constituyen lo que Alonso
Zamora Vicente describió como un hecho primordial en la vida
de Cervantes, que la divide en dos
mitades.42 Según Juan Goytisolo,
están en el núcleo central de la gran invención
literaria: Cervantes elaboró su compleja y admirable
visión de España durante su prisión en tierras
africanas.43 Vivió cinco años
como cautivo, desde los veintiocho hasta los treinta y tres años.
Nunca tuvo la vuelta segura, y en algunos momentos pensó que moriría
en tierra de moros. Organizó fracasados intentos de fuga. Se salvó
de ser llevado a Constantinopla en el último momento: rescatado porque
el dinero no alcanzó para otra persona que interesó más
a los frailes rescatadores.44 La historia
de su experiencia argelina era enormemente novelesca, mejor que cualquier
mentiroso libro de caballerías.
El tema de Argel está, entonces, muy
presente en la obra cervantina. Astrana Marín lo califica de
recuerdo fijo (II, 465, n. 1). Mientras la obra publicada por
Haedo incorpora el cautiverio en la historia por primera vez, es Cervantes
quien lo incorpora por primera vez en la
literatura.45 La Historia del
cautivo, en la Primera Parte de Don Quijote, ofrece una alternativa
a la lectura de los libros de
caballerías.46 Ha sido descrita como
el núcleo del Quijote, su parte más primitiva, el
Ur-Quijote.47 El tema
figura también en las Novelas ejemplares (El amante
liberal y La española inglesa), en cuatro de sus
comedias y en Persiles (libro III,
41
Parreño, Experiencia y literatura en la obra de Antonio de
Sosa, en su ed. del Diálogo de los mártires de
Argel, pág. 22.
42 El
cautiverio en la obra cervantina, en Homenaje a Cervantes, ed.
Francisco Sánchez-Castañer (Valencia: Mediterráneo,
1950), II, 239-56, en la pág. 239. Sobre este tema versan las ponencias
incluidas en La huella del cautiverio en el pensamiento y en la obra de
Miguel de Cervantes (Madrid: Fundación Cultural Banesto
Instituto Internacional de Teatro del Mediterráneo, 1994).
43
Crónicas sarracinas (Barcelona: Ibérica, 1982), págs.
60, 61.
44 Dos de los
ocho caballeros españoles que no se salvaron del viaje a Constantinopla
aquel día volvieron a Argel y eran rescatados por el padre Gil en
otra ocasión (Domingo de la Asunción supra, n.
13 pág. 174, n. 1).
45 Véase
Parreño, pág. 20.
46 Véase
Juergen Hahn, El capitán cautivo. The Soldier's Truth
and Literary Precept in Don Quixote, Part I, Journal of Hispanic
Philology, 3 (1979), 269-303.
47 Luis
Andrés Murillo, El
Ur-Quijote, nueva hipótesis, Cervantes,
1 (1981), 43-50.
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46 | DANIEL EISENBERG | Cervantes |
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capítulo X).48 He sugerido en otra
comunicación que Cervantes volvió de Argel con ganas de escribir,
de ser escritor, y que La Galatea, un estudio del amor, es en parte
una respuesta a la lascivia abusiva que triunfaba en aquel nido de
piratas.49
La presentación de Argel en la obra
publicada por Haedo es completamente conforme con el Argel de la Historia
del Cautivo de Cervantes. Allí, dicen los dos textos, se oían
todas las lenguas, en una ciudad regida por renegados a veces muy
crueles.50 Cuando en la obra de Haedo se
habla de los martirios y de los intentos de fuga, respuestas a las crueldades,
arbitrariedades y bestialidades cometidas en Argel, sobre todo por estos
renegados, es completamente conforme con lo que dice Cervantes en sus obras
firmadas.51 Incluso la censura del abuso
de muchachos cristianos, que Camamis (págs. 78-79) señala como
una manía de la obra publicada por Haedo, aparece lo que no
es el caso de otros autores52 como
tema importante en Los tratos de Argel, y no falta en Don
Quijote.53 Incluso el interés
cervantino en las palabras, en la lengua, hallamos en la obra
48
También habrá sido tema de las perdidas Batalla naval
y Trato de Constantinopla. El tema de los moros está también
presente en La casa de los celos y forma parte del fondo de La
Numancia. Véase mi ¿Por qué volvió Cervantes
de Argel?, en prensa en las Essays in Golden Age Literature Presented
to Geoffrey Stagg on his Eightieth Birthday.
49 Véase
la nota anterior. Según Ciriaco Morón Arroyo, La historia
del cautivo y el sentido del Quijote, Iberoromania, Neue
Folge, 18 (1983), 91-105, la cárcel en que se engendró
el Quijote fue el cautiverio de Argel (pág. 102).
50 Morón,
págs. 94-96 y 102 n. 17.
51 Las
semblanzas que pinta Haedo de estos dos esclavos cristianos, que subieron,
después de renegar de su fe, a ser reyes de Argel, no desdicen en
absoluto de lo que cuenta de ellos Cervantes en la narración de El
cautivo (Camamis, pág. 88).
52 Véase
Camamis, págs. 80-81 y pág. 81, n. 29. En toda la literatura
del Siglo de Oro, difícilmente se encontrarían dos autores
que coincidan tanto en sus repetidas condenas de la sodomía de los
turcos como Haedo y Cervantes (pp. 80-81).
53 A Study
of Don Quixote, Capítulo 2, nota 70 (pág. 69). Que este
amor pedofílico fuera en principio censurable, a pesar de la felicidad
de muchas parejas, se concluye de la manera en que se practicaba. No se usaba
con muchachos musulmanes, los del vecino digamos, sino con jóvenes
cristianos capturados. Muchas fuentes indican que los señores musulmanes
preferían a amantes varones o hembras nacidos en tierras
cristianas, y los niños eran a veces los más difíciles
de rescatar. (Véase, por ejemplo, Bartolomé y Lucille Bennassar,
Los cristianos de Alá. La fascinante aventura de los renegados,
trad. José Luis Gil Aristu [Madrid: Nerea, 1989], págs. 309-16,
335 y 479-80 y Friedman, Spanish Captives in North Africa, págs.
154-55, quien menciona a Diego Galán como uno de los jóvenes
esclavos cuyo amo no permitía que fuera rescatado.)
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16.1 (1996) | Cervantes, autor de la Topografía | 47 |
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publicada por Haedo.54 Es también
completamente coherente con la conciencia religiosa de Cervantes la ausencia
de milagros, en medio de tantos martirios. La única alusión
a un milagro en la martiriología publicada por Haedo, una paloma que
desde el lugar de su gloriosa muerte subía al cielo,
está introducida con estas palabras tan cervantinas: Dicen algunos
no lo afirmo.55
Los paralelos entre el tratamiento cervantino
del tema argelino, y el tratamiento en la obra publicada por Haedo, han sido
comentados ya. Según Jean Canavaggio, se ha hecho observar que
los episodios que desfilan sobre el tablado [de Los baños de
Argel] se corresponden punto por punto con los que refiere el P. Haedo
en su conocida Topographía e Historia general de
Argel.56 Cervantes no podía
aprovechar la Topografía de Argel cuando escribió su
Baños, pues su comedia es muy anterior a la publicación
de la Topografía.
George Camamis, por su parte, señala
paralelos entre la Topografía de Argel y otro drama cervantino,
Los tratos de Argel: En el Diálogo de la captividad
y en Los tratos hay una extraordinaria coincidencia en los conceptos
filosóficos y jurídicos sobre el origen y la justificación
de la esclavitud. Los dos autores expresan la misma añoranza de la
Edad de Oro, que no conocía la servidumbre, las mismas ideas sobre
el cautiverio como resultado de la conmutación de la pena de muerte
aplicable al vencido en la guerra y sobre el cautivo como un ser
jurídicamente muerto durante su período de
cautividad.57
¿Cervantes autor de una obra histórica?
Es más que verosímil. Cervantes se apasionaba con la historia
y leía obras históricas, como la Crónica de Juan
II, por citar un buen ejemplo.58 Según
vemos en Don Quijote y he comentado en otra parte, entendía
algo del método
54
Capítulo XXIX: De las lenguas que se hablan en Argel.
55
Mártires, ed. Sola y Parreño, pág. 118. Véase
la introducción de Sola, págs. 32 y 35.
56 Los
baños de Argel, pág. 21.
57 Pág.
240. Continúa Camamis (págs. 240-41): Estas estrechas
correspondencias, algunas muy específicas, indican claramente una
íntima colaboración intelectual entre Cervantes y Antonio de
Sosa durante su estancia en Argel; colaboración que, además,
está corroborada por la autoridad de un documento notarial: la
Información de Argel. Lo que dice la dicha
Información es que, según testimonio de Sosa,
sé que se ocupaba [Cervantes] muchas vezes en componer versos
en alabanza de nuestro señor y de su bendita madre y del santísimo
sacramento y otras cosas santas y devotas, algunas de las quales comunicó
particularmente conmigo, y me las enbió que las viese (pág.
396).
58 Que Cervantes
hubiera leído la Crónica de Juan II es una conclusión
necesaria de los ejemplos ofrecidos por Don Quijote en su discusión
con el Canónigo de Toledo, en el capítulo I, 49.
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48 | DANIEL EISENBERG | Cervantes |
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histórico.59 Consta documentalmente,
como ya he dicho, que redactó una Relación de las fiestas
celebradas en 1605 por el nacimiento del futuro Felipe IV. En la Primera
Parte de Don Quijote el valor de la historia verídica se
señala repetidamente. El sabio canónigo toledano recomienda
lecturas históricas a don Quijote. El mismo protagonista desea ser
sujeto de una historia. El problema principal de los libros de caballerías,
según Cervantes, es que eran historias falsas que proclamaban ser
fidedignas y engañaban a los
lectores.60
Tampoco nos ofende imaginar a Cervantes, preso
en Argel, sin biblioteca, ocupando el tiempo y su mente en observar
cuidadosamente y en conversar, en apuntar y en escribir. Es la misma actitud
de observador y entrevistador que percibimos en Rinconete y
Cortadillo, en el Coloquio de los perros, en Don
Quijote y en otras obras suyas. El señalar que lo contemporáneo
es tan importante o impresionante como lo clásico en este caso,
que los martirios contemporáneos son tan importantes como los de los
primeros cristianos es una actitud que encontramos cuando Cervantes
habla de las lenguas modernas o de los autores
contemporáneos.61
El autor de la Topografía de Argel
presenta un solo caso de un cautivo todavía vivo: el de Miguel de
Cervantes. No sólo distingue a Cervantes como el único vivo
merecedor de la atención del lector, se deshace en elogiar su
heroísmo y valentía. De la misma manera en que el Cautivo del
Quijote sugiere que de los hechos de un español llamado
tal de Saavedra se podría componer una historia muy superior
a la suya, el autor de la Topografía de Argel observa que
del cautiverio y hazañas de Miguel de Cervantes se podría
hacer una particular historia.62 Cervantes
fue quien organizó a los cautivos, preparó su fuga y los mantuvo
en un refugio secreto durante siete meses. Cuando el plan se deshizo,
aceptó con no vista valentía toda la responsabilidad del asunto.
En palabras de Camamis (pág. 121),
59 A
Study of Don Quixote, pág. 55. Ya que no lo menciona, excluí
el libro de Haedo de mi reconstrucción de La biblioteca de
Cervantes en Studia in Honorem prof. Martín de Riquer,
II (Barcelona: Quaderns Crema, 1987), 271-328 (véase pág. 273).
Pero sí incluí, pues su autor se menciona en el Viaje del
Parnaso, De historia, para entenderla y escribirla, de Luis Cabrera de
Córdoba (Madrid, 1611).
60 Véase
mi A Study of Don Quixote, pág. 63. Consecuencia de esta falsedad
era su lascivia y su desprecio para el verdadero heroísmo español.
61 Véase
Cervantes y Tasso vueltos a examinar, en Estudios
cervantinos (Barcelona: Sirmio, 1991), págs. 37-56, en la pág.
42; también Don Quijote, capítulo II, 16.
62 Ésta
es la semejanza, citada arriba, que dejó a Parreño sumido en
la perplejidad.
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16.1 (1996) | Cervantes, autor de la Topografía | 49 |
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para el autor de la Topografía de Argel, quien según
Camamis era Sosa, Cervantes representaba . . . ,
en una persona viva, el espíritu de todos los mártires de
Argel.
El elogio de Cervantes, sobre todo el colocado
en boca de otro (la alabanza propia envilece, observa don Quijote
en el capítulo I, 16), suena a cervantino. Según Nicolás
Marín, No hay ocasión en que Cervantes no se elogie,
bien que excusándose por salir de los límites de su natural
modestia; tantas veces ocurre esto que no es posible verla nunca ni creer
en ella.63 Es Cervantes quien se llama,
negándolo, el regocijo de las musas. (En el prólogo al
Persiles un caminante le califica así, descripción que,
ya pronunciada, el personaje Cervantes rechaza.) Según
los propios amigos de Cervantes, nos comunica él mismo en la dedicatoria
de la Segunda Parte de Don Quijote, el Persiles llegaría
al extremo de bondad posible. Sansón Carrasco nos informa
que Don Quijote se vendía mucho (capítulo II, 2). La
aprobación de Márquez Torres para la Segunda Parte de Don
Quijote, de posible autoría cervantina en opinión de
varios,64 toca los límites del
lisonjero elogio en sus propias palabras, y según un mensajero,
había entusiasmo por Don Quijote y Cervantes hasta en la
China.65 El certificado de buena conducta
de Cervantes en Argel, firmada por el trinitario Juan Gil, está en
la mano de Cervantes.66 Una obra que elogia
a Cervantes, no tiene que ser cervantina. Pero quien ensalzaba más
y más veces a Cervantes era el mismo
Cervantes.67
Los paralelos no han acabado. Tanto la
Topografía de Argel como Don Quijote elogian los libros,
en términos muy parecidos, según Parreño
(pág. 21). Resulta curiosa la concordancia obvia entre el
capítulo 38 [de la Primera Parte del Quijote] sobre las armas
y las letras y el asunto similar desarrollado en el Diálogo
segundo de la Topografía (Salah, pág. 65).
Consta también que el diálogo, usado en la obra publicada por
Haedo, es una forma que Cervantes cultivó.
63
Belardo furioso. Una carta de Lope mal leída, Anales
cervantinos, 12 (1973), 3-37, en la pág. 21.
64 A Study
of Don Quixote, págs. 16-17.
65 Dedicatoria
de la Segunda Parte de Don Quijote.
66 Las Semanas
del jardín, pág. 139, n. 208. El texto se puede leer en
la Información de Argel (supra, n. 31), págs.
392-93. Para reproducciones que muestran la diferencia entre la firma de
Gil y la letra del documento, véase Semanas del jardín,
pág. 139, n. 208.
67 Para más
ejemplos de autoelogios cervantinos, véase mi A Study of Don
Quixote, pág. 145, n. 146. Hay que recordar que otros elogiaban a
Cervantes también: José de Valdivielso le llamó honra
de la nación en su Aprobación de la Segunda Parte de
Don Quijote.
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50 | DANIEL EISENBERG | Cervantes |
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No sólo el Coloquio de los perros, sino Don Quijote
es una obra de diálogo.68
La obra publicada por Haedo está orientada,
al menos en principio, a informar a los españoles con vistas a un
posible ataque, a una limpia de un nido de piratas. El autor comenta
cuidadosamente las fortificaciones argelinas. Según Emilio Sola, el
autor de la Topografía de Argel ofrece una minuciosa
descripción de todo aquello que pudiera tener importancia
militar.69 Esta descripción
¿mejor la podría hacer un militar, Cervantes, o un benedictino,
Sosa?
Encontramos también en las obras de
Cervantes una crítica a la política exterior de Felipe II y
una llamada a una campaña contra Argel. En la Historia del
cautivo, el soldado narrador describe al Turco como el enemigo
común.70 En Los tratos de
Argel de Cervantes, también se presenta la necesidad de una
campaña contra Argel, un pasaje aprovechado por Adolfo de Castro en
su falsa Epístola a Mateo
Vázquez.71 La frustración
de esta campaña por la muerte de Don Juan de Austria y por la
cerviz indómita y erguida del luterano
Flandes,72 provoca una horrible y repetida
mofa de los muchachos callejeros argelinos, en Los tratos de Argel:
¡Don Juan no venir! ¡Acá morir!
El tema de la libertad es central a la
Topografía de Argel: el Diálogo de la
captividad no trata de otra cosa. En las palabras del poeta Luis Rosales,
autor de un estudio de dos tomos sobre el tema, la libertad es el eje
mismo del pensamiento
cervantino.73 O como dijo don Quijote,
la libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres
dieron los cielos.74
Todos estos paralelos no pueden explicarse
por una lectura cervantina de una obra de Sosa (y es curioso, como ha
señalado Sola,75 que Cervantes no
la menciona nunca). Menos por un influjo cervantino
68
También está en la forma de diálogo el Diálogo
entre Cilenia y Selanio, el texto que identifico con un capítulo
de Las Semanas del jardín,
69 Miguel
de Cervantes, Antonio de Sosa y África, pág. 621. Los
pasajes indican claramente la intervención de un perito militar que
recogía los datos desde Argel y con el propósito de facilitar
al comandante de una supuesta fuerza invasora de cristianos los conocimientos
necesarios para llevar a cabo con éxito el sitio y asalto de las
fortificaciones argelinas (Camamis, pág. 70).
70 Capítulo
I, 39 de Don Quijote.
71 Véase
mi Repaso crítico, págs. 92-95.
72 Los tratos
de Argel, Jornada tercera.
73 Cervantes
y la libertad, segunda edición corregida (Madrid: Cultura
Hispánica, 1985), I, 33.
74 Don
Quijote, capítulo II, 58.
75 Miguel
de Cervantes, Antonio de Sosa y África, pág. 618.
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sobre Sosa. Antes de recurrir a explicaciones rebuscadas e insólitas,
simplemente hacemos constar: no se ha sugerido nunca, en toda la historia
de los estudios cervantinos, a ninguna posible fuente de Cervantes con tantos
y tan cercanos paralelos de expresión y pensamiento, ni a ningún
amigo con quien haya coincidido en tantos pareceres.
No, tenemos que tomar una decisión.
El autor de la Topografía de Argel desconfiaba de milagros
y estaba, como Cervantes,76 obsesionado por
la verdad. Le ofendió hasta los tuétanos lo que había
presenciado en Argel, a lo que no volvió la cara. Se interesaba por
las costumbres sexuales, incluidas las prohibidas en España, y por
las cuestiones religiosas. Su obra ha sido calificada de sugestiva, coherente,
inquietante, emotiva, bien escrita y legible para una sensibilidad
actual.77 El autor tal de una obra tal, ¿es
el gran Miguel de Cervantes, autor de Don Quijote, o es el sabio,
pero callado, sacerdote Antonio de Sosa, del que no conocemos ninguna obra,
aparte de ésta que algunos quieren atribuirle? Porque tiene que ser
de uno de los dos. Esto ya está demostrado en el libro de Camamis.
El aceptar la Topografía de Argel
como cervantina, aceptación que me parece inevitable, conlleva algunas
consecuencias. Una consecuencia menor es el naufragio de un sueño
mío, una edición que recogiera (cosa hasta ahora inexistente)
todos los textos que han sido atribuidos a Cervantes y que tienen, en
opinión del editor, al menos una posibilidad de ser genuinas. Son
ya demasiado numerosas, y demasiado extensas. Existe la posibilidad, algún
día, de una edición digital. Nuevas ediciones del
Diálogo de la captividad y del Diálogo de
los morabutos, o de toda la obra, hacen mucha falta, y representarían
un adelanto.
La Topografía de Argel nos brinda
información abundante sobre los pareceres religiosos de Cervantes,
tan confusos para los críticos.78
Pero también tenemos que reconocer que su valor como
76 Las
Semanas del jardín, págs. 37-39.
77 Sola,
Renacimiento, contrarreforma y problema morisco, pág.
32.
78 Las
más auténticas creencias de Cervantes, en materia de
religión, probablemente serán siempre un secreto (Alban
Forcione, Cervantes and the Humanist Vision [Princeton: Princeton
University Press, 1982], pág. 351). Para mis especulaciones sobre
sus creencias religiosas, véase A Study of Don Quixote, págs.
13-15, n. 40 and págs. 148-50, n. 164, y Cervantes y Don Quijote
(Barcelona: Montesinos, 1993), págs. 21-22.
En la Topografía de Argel, por
ejemplo, hay todo un capítulo (el 28) dedicado a los judíos
que viven en Argel, con quienes el autor ha disputado
. . . no pocas veces (I, 112). Da una idea bastante clara
de la posición negativa del autor respecto al judaísmo.
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documentación de la experiencia argelina de Cervantes se rebaja mucho.
Los elogios de Cervantes contenidos en la obra no representan los juicios
de un observador independiente, como se ha pensado desde 1612 hasta la fecha,
sino otro ejemplo del aludido afán autoelogiador de Miguel de
Cervantes.79 Y la presentación que
hace de sí mismo es difícil de creer del todo. Que cometiera
actos heroicos no extraña.80 Cervantes,
igual que su personaje Don Quijote, aspiraba al heroísmo, acaso hasta
al martirio. Querían ganar renombre y subir al caballeresco templo
de la fama.81 Actos temerarios, autosacrificio,
todo ello es posible. Pero que pudo haber hecho lo que hizo en Argel, y
sobrevivir, incluso sin ningún castigo de las autoridades, que él
mismo señala como arbitrarias y crueles, a mí no me convence.
Muchos, por mucho menos, perdieron la oreja, las narices o la vida. El
verídico historiador, hablando de sí mismo, como mínimo
no nos ha contado toda la verdad.82
Otra perspectiva sobre Cervantes que la obra
ofrece, para acabar, es la inestabilidad mental del autor. Según Sola,
rozó la locura en su cautiverio argelino y era
maniático u obseso en
ocasiones.83 Esto para mí no
es una tacha muy negra. Escribir cualquier libro es
79 Si
la Topografía de Argel es de Cervantes y no de Haedo ni Sosa,
entonces tampoco puede citarse como testigo independiente de la veracidad
de Los baños de Argel. (Véase Jean Canavaggio en la
introducción a su edición de este drama, págs. 21-22.)
80 En
la dicha batalla nabal, se rreconosció el armada del [t]urco, estaba
el dicho miguel de cerbantes con calentura, y unos amigos suyos le dixeron,
que pues estaua tan malo que se metiese debaxo de la cubierta de la galera,
pues no estaba sano para pelear; y el dicho miguel de cerbantes, respondió,
que no hacía lo que debía, metiéndose so cubierta, sino
que mejor hera morir como buen soldado, en servicio de dios y del rrei; y
así peleó como valiente soldado en el lugar del esquife como
su capitán le mandó; y después de la batalla, savido
por el señor don juan de austria, quan bien le abía servido,
le acresentó quatro ducados más de su paga
(Información, pág. 348).
81 Don
Quijote, capítulo II, 18.
82 Tampoco
entendemos la extraña misericordia e incluso amistad del renegado
veneciano Hassán Bajá, viendo el desorden que sembraba Cervantes
entre los cautivos y como repetidas veces organizaba intentos de huida e
incluso de rebelión de todos los cristianos de Argel. Muchos cristianos,
por menos, tuvieron cortadas las orejas, las narices, el brazo, o simplemente
perdieron la vida . . . . Consta . . .
que hubo algo, o aun algos, que [Cervantes] no nos permitió saber.
(¿Por qué volvió Cervantes de Argel?, ya citado
en la nota 48.)
83 Miguel
de Cervantes, Antonio de Sosa y África, págs. 621 y 620.
Se trata de un texto en el que lo que consideraríamos aspectos
sado-masoquistas están muy resaltados; la minuciosa reconstrucción
de los suplicios y la descripción de los padecimientos a veces roza
lo enfermizo (Sola, Renacimiento, contrarreforma, pág.
49).
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una forma de locura (y yo he escrito varios). Los hombres y mujeres normales
y felices no escriben las grandes obras. Cervantes fue el autor de la historia
de un loco, un gran loco.84
Ésta, pues, es mi tesis: que la
Topografía de Argel publicada por Diego de Haedo (Diego de
Haedo 1) fue escrita por Miguel de Cervantes. Si no os convenzo, al menos
os ofrezco una posibilidad. Espero que me agradezcáis el que me haya
atrevido a hacerlo.85
FLORIDA STATE UNIVERSITY |
84 Para
el vínculo entre creatividad y locura, véase Kay Redfield Jamison,
Touched with Fire: Manic-Depressive Illness and the Artistic Temperament
(New York: Free Press, 1993). Hay una entrevista con la autora en New
York Times, 12 de octubre de 1993, Sección B, págs. 5-6,
y otra en la Johns Hopkins Magazine, noviembre de 1993, págs.
38-44 (Touched with Fire, por Dale Keiger).
85 Le agradezco
a José Antonio Cerezo sus sugerencias para mejorar este trabajo,
presentado al VI Coloquio de la Asociación de Cervantistas, Alcalá
de Henares, 11 de noviembre de 1993.
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Fred Jehle jehle@ipfw.edu | Publications of the CSA | HCervantes |
URL: http://users.ipfw.edu/jehle/cervante/csa/artics96/topograf.htm |